Este texto es parte del proyecto ‘Frontera humanitaria’ – una serie de artículos multilingües sobre las políticas migratorias. El texto está basado en varios artículos académicos recientemente publicados que puedes acceder aquí y aquí.
Los debates sobre el tema del asilo y del refugio tienden a polarizarse en dos extremos: en un lado, encontramos quienes, desde una postura crítica de la migración, insisten en la securitización de las fronteras; y al otro lado, hay quienes subrayan el derecho a la protección internacional de personas solicitantes de asilo y refugiadas haciendo hincapié en la responsabilidad humanitaria. En Europa estos debates se intensificaron en 2015 con la llegada a la Unión Europea de una gran cantidad de personas en búsqueda de asilo.
A finales de 2021, la tensión en las fronteras de Polonia y Lituania con Bielorrusia fue el factor para incluir el tema de la securitización en la agenda de fronteras y gestión migratoria de la Unión Europea. El control fronterizo practicado en el ejemplo anterior ya se había implementado previamente en la frontera de Grecia y Turquía.
La ayuda humanitaria y la gestión gubernamental de las fronteras son típicamente comprendidas como dos estrategias opuestas, pero en realidad ambas se desarrollan en relación una de la otra. La migración internacional forzada deriva del sufrimiento humano. La gente huye de circunstancias peligrosas y a menudo invivibles hacia países donde esperan construir vidas con mayor seguridad.
Los estados, como parte de su soberanía, tienen el derecho a gestionar la movilidad humana deseada e indeseada a través de diferentes mecanismos, como la implementación de controles de pasaporte, visas, o el otorgamiento de permisos de residencia. Por esta razón muchas personas en búsqueda de asilo no tienen un acceso legal a la Unión Europea. Estos dos escenarios están conectados por la Convención de Ginebra, la cual obliga a los Estados a admitir a personas en búsqueda de protección internacional en su territorio.
La frontera humanitaria
En estudios académicos internacionales, los encuentros entre las personas que solicitan asilo y los estados son abordados desde el concepto de “frontera humanitaria”. Este concepto ha sido desarrollado en investigaciones multidisciplinarias sobre migración forzada y su gestión gubernamental en diferentes contextos mundiales de tránsito y de destino. Los estudios bajo este concepto abordan los espacios y sucesos cuando los solicitantes de asilo son sujetos a la gestión gubernamental de la migración.
La investigación geográfica se enfoca particularmente en analizar los espacios creados por la frontera humanitaria, entendida no solo como algo que separa áreas diferentes, sino como un espacio entre sí, que está en constante cambio pero que a su vez las une. Por lo tanto, el encuentro en diferentes escalas entre las personas que solicitan asilo y la gestión gubernamental de la migración produce al mismo tiempo el espacio físico para vivir y los espacios simbólicos y prácticos de la lucha política.
Vida en la frontera humanitaria
La frontera humanitaria es un espacio difuso. Puede aparecer como parte de los campos de refugiados. En el momento que una crisis surge, hay campos temporales que son establecidos cerca de zonas de conflicto o desastre en los países relacionados con la crisis.
La ayuda humanitaria depende de actores quienes pueden intervenir en estas zonas de manera rápida; en su mayoría son organizaciones locales y actores internacionales que intervienen en la crisis. Los refugios enfrentan precariedad por la falta de material disponible, las limitaciones con la comida y la falta de higiene.
“El campo de refugiados más antiguo data de 1948. Varias generaciones de palestinos han vivido en campos en Jordania, Líbano, Siria e Israel.“
En situaciones de conflicto prolongado, los campos pueden desarrollar mejores condiciones de vivienda, de higiene personal y capacidad para preparar comida. En ocasiones se puede desarrollar un mercado laboral semi formal y los refugiados tienen acceso a servicios básicos de educación y de cuidado médico. Estos servicios son normalmente coorganizados por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), el estado, autoridades municipales y ONG. Algunos campos han sido reubicados o divididos por razones prácticas.
La frontera humanitaria se vuelve entonces en un espacio permanente para vivir. Campos de gran tamaño, parecidos a barrios urbanos, pueden ser encontrados en Kenia, Uganda y Jordania. Esta situación también ocurre en Asia, donde hay campos de refugiados que albergan cientos de miles de personas, como el caso de los refugiados rohinyás en Bangladesh. El campo de refugiados más antiguo data de 1948. Varias generaciones de palestinos han vivido en campos en Jordania, Líbano, Siria e Israel.
¿Las fronteras humanitarias de Europa?
En países de la UE, los solicitantes de refugio son ubicados principalmente en diferentes centros de recepción, procesamiento y detención. Adicionalmente hay refugiados viviendo en apartamentos privados y en campos hechos por los mismos refugiados fuera de las ciudades. Estas personas son solicitantes de refugio o migrantes sin permiso de estancia.
En 2016, la UE estableció campos de emergencia en Grecia e Italia llamados hotspots. Estos campos se han convertido en un elemento permanente de la nueva política de refugio de la UE. Algunos campos que han sido puestos fuera de operación están siendo remplazados por unos campos a puerta cerrada en las islas griegas.
Las grandes ciudades en todo el mundo albergan refugiados. Por ejemplo, en Egipto más de 265,000 asilados registrados viven en las ciudades, y al mismo tiempo muchos refugiados están sin registro. ACNUR no tiene la capacidad para ayudarlos o reubicarlos. De esta manera mucha gente busca otras maneras para sus viajes, mientras muchos de ellos buscan asilo en la UE. Esta situación conlleva a recurrir a traficantes de personas para este objetivo.
La frontera humanitaria se vive también en las regiones fronterizas donde los solicitantes de asilo se reúnen. Muchas veces la gente se establece en campos improvisados, como en Calais, Francia. Sin embargo, la mayoría de personas intenta cruzar la frontera europea irremediablemente. Algunos solicitantes de asilo lo logran inmediatamente, mientras otros tratan varias veces, y algunos de ellos pierden la vida durante el intento de cruzar la frontera.
La lucha sobre el derecho al asilo
En la investigación académica, la dimensión política de la frontera humanitaria puede ser rastreada a través del análisis de los medios de comunicación, de documentos oficiales y de la gestión gubernamental de la migración. Es un espacio político constituido por las pugnas de inclusión y exclusión. La atención pública a esas pugnas puede reducir o incrementar su peso político.
La inclusión, relacionada a la creación de fronteras, tiene que ver con la materialización del derecho internacional al asilo. Los refugiados tienen el derecho de solicitar asilo en los países adheridos a la convención de la ONU, y los estados tienen el derecho de definir cuando los criterios para dar el estatus de refugiado son cumplidos. Los países de le UE interpretan estos criterios de manera independiente y colectiva en una misma coyuntura.
El acceso de los refugiados al asilo es marcadamente variado. Sus países de origen pueden ser considerados ‘seguros’, lo que conlleva a un alto grado de aplicaciones rechazadas. La gente tiene un acceso variado a redes de apoyo y algunos no tienen la capacidad de exponer las situaciones que son consideradas como vitales para recibir el estatus de refugiado.
Para solicitar asilo, uno necesita entrar al territorio en el cual se pide asilo. A menudo esto no es posible a través de los cruces fronterizos oficiales. Este es un punto de controversia en la vigilancia de las fronteras. Por ejemplo, los centros de recepción construidos recientemente en las islas griegas han sido descritos como prisiones más que como centros de detención.
El objetivo principal de la nueva política de refugio de la UE, El Nuevo Pacto sobre Migración y Asilo es el aceleramiento de la evaluación de la petición de asilo. El propósito de esta política es el de retornar a un número creciente de refugiados directamente fuera de la UE. Esto va a disminuir considerablemente el espacio político de la frontera humanitaria.
¿Límites ilegales?
La exclusión, relacionada a la creación de fronteras, tiene que ver con el control territorial. Los estados tienen el derecho de determinar los principios por los cuales la gente puede entrar a su territorio y quedarse en el país. Sin embargo, esta soberanía está condicionada por los tratados internacionales relacionados a la movilidad y los derechos humanos.
Por ejemplo, los estados miembros de la Convención de Refugiados de la ONU han acordado que las personas pueden entrar al país, siempre que éstas se registren como solicitantes de asilo. Por lo consiguiente, los solicitantes de asilo no puedes ser tratados como migrantes ilegales.
“La frontera humanitaria es un espacio paradójico. Se constituye en las fronteras externas de los estados y de la UE, pero igualmente en cualquier lugar donde los derechos de los solicitantes de asilo sean evaluados.”
Aun así, en muchas fronteras de la UE, los países están implementando las medidas llamadas ‘push-backs’, que conllevan medidas físicas coercitivas que impiden a los solicitantes de asilo entrar a territorio nacional. Esta es una práctica muy cuestionable de construcción de fronteras porque contradice los tratados internacionales. Con el uso de las medidas coercitivas, los estados justifican su categorización de migración ilegal y restringen de madera notoria el espacio político de la frontera humanitaria.
Por el contrario, activistas y organizaciones buscan expandir el espacio político de lucha en estos contextos al hacer visible la ilegalidad de las acciones de los estados. Aunque las protestas existan, los solicitantes de asilo tienen muy poca participación en esta lucha. Los refugiados enfrentan la gestión gubernamental de la migración desde su posición de vulnerabilidad y viviendo en la frontera humanitaria.
Un espacio paradójico
La frontera humanitaria es un espacio paradójico. Se constituye en las fronteras externas de los estados y de la UE, pero igualmente en cualquier lugar donde los derechos de los solicitantes de asilo sean evaluados. En una sociedad digitalizada, el acceso a los servicios públicos y privados puede ser cerrado abruptamente cuando una persona carece de una identificación digital siendo enfrentando otras barreras de seguridad.
La frontera humanitaria es también un constructo que viaja. El modelo de ‘hotspot’ fue importado de Australia a Europa y en estos precisos momentos el gobierno de los Estados Unidos lo está aplicando en la frontera con México. Mientras se endurecen los controles fronterizos, la frontera se expande y solidifica, pero los espacios de asilo y protección disminuyen y se debilitan de manera paralela.
La frontera humanitaria une fines divergentes de protección fronteriza y de ayuda humanitaria. En la UE, los solicitantes de asilo reciben usualmente ayuda de manera inmediata sin importar su pasado y país de origen, pero solo una fracción de ellos reciben una oferta de asilo de largo plazo.
El creciente énfasis de control sobre ayuda humanitaria conlleva a que los solicitantes de asilo no reciban ayuda inmediata. En las fronteras de Bielorrusia-Polonia y Grecia-Turquía los solicitantes son simplemente expulsados de la UE.
Como un espacio paradójico, la frontera humanitaria está abierta a luchas políticas. La política europea de refugio implica un constante balance entre intereses nacionales y la responsabilidad internacional, entre la seguridad fronteriza y la desesperanza humana, y entre la soberanía nacional y los derechos humanos. La exploración de estas relaciones en tensión ayuda a entender este fenómeno complejo y a intentar encontrar la base para soluciones sostenibles.
Kallio, K.P., Häkli, J. & Pascucci, E. (2019). Refugeeness as political subjectivity: Experiencing the humanitarian border. Environment and Planning C: Politics and Space, 37:7, 1258–1276.
Spathopoulou, A., Kallio, K. P. & Häkli, J. (2021). Outsourcing Hotspot governance within the EU: cultural mediators as humanitarian–border workers in Greece. International Political Sociology, 15:3, 359–377.
Kirsipauliina Kallio
Kirsi Pauliina Kallio es Profesora de la Pedagogía Ambiental en la Universidad de Tampere. Su investigación crítica sobre la frontera humanitaria se enfoca en la gobernanza de la migración forzada hacia la UE y en las experiencias de los migrantes en su búsqueda de asilo en los países de la UE.
Jouni Häkli
Jouni Häkli es Profesor de Estudios Regionales en la Universidad de Tampere. Su investigación más reciente aborda temas de refugio y los encuentros entre los solicitantes de asilo y el manejo de la migración.
Elisa Pascucci
Elisa Pascucci es investigadora senior en la Universidad de Helsinki. Su investigación actual se enfoca en las geografías del humanitarismo con atención particular en las infraestructuras humanitarias y logísticas. Esta por empezar un proyecto sobre las políticas administrativas y las herramientas de los fondos en el desarrollo y el apoyo para los refugiados. El proyecto es financiado por la fundación KONE y está ubicado en la escuela de administración y el grupo de investigación SPARG en la Universidad de Tampere.
Aila Spathopoulou
Aila Spathopoulou es investigadora posdoctoral en el Departamento de la Geografía en la Universidad de Durham. Es co-coordinadora del área de investigación: Movilidad, Migración y las Fronteras en el Centro Autónomo Feminista en Atenas. Aila terminó su doctorado en geografía humana, enfocándose en los procesos la creación de fronteras sociales y la gubernamentalidad de los migrantes a través del sistema hotspot en Grecia.
Ángel Iglesias Ortiz
Ángel Iglesias Ortiz es investigador posdoctoral en el grupo de investigación SPARG en la Universidad de Tampere. Su proyecto actual, financiado por la Academia de Finlandia, se enfoca al entrelazamiento de violencias y su afectación a población migrante en la frontera de México y Estados Unidos.
Valentina Cappelletti es antropóloga y especialista en migración internacional con un doctorado en Ciencias Sociales conseguido en El Colegio de la Frontera Norte de Tijuana (México). Actualmente vive en Tijuana y se desempeña como investigadora en diferentes proyectos de universidades, organizaciones no gubernamentales y organismos internacionales que abordan temas de migración y salud, integración de personas solicitantes y refugiadas y sistema de acogida en el contexto mexicano.
Los debates sobre el tema del asilo y del refugio tienden a polarizarse en dos extremos: en un lado, encontramos quienes, desde una postura crítica de la migración, insisten en la securitización de las fronteras; y al otro lado, hay quienes subrayan el derecho a la protección internacional de personas solicitantes de asilo y refugiadas haciendo hincapié en la responsabilidad humanitaria. En Europa estos debates se intensificaron en 2015 con la llegada a la Unión Europea de una gran cantidad de personas en búsqueda de asilo.
A finales de 2021, la tensión en las fronteras de Polonia y Lituania con Bielorrusia fue el factor para incluir el tema de la securitización en la agenda de fronteras y gestión migratoria de la Unión Europea. El control fronterizo practicado en el ejemplo anterior ya se había implementado previamente en la frontera de Grecia y Turquía.
La ayuda humanitaria y la gestión gubernamental de las fronteras son típicamente comprendidas como dos estrategias opuestas, pero en realidad ambas se desarrollan en relación una de la otra. La migración internacional forzada deriva del sufrimiento humano. La gente huye de circunstancias peligrosas y a menudo invivibles hacia países donde esperan construir vidas con mayor seguridad.
Los estados, como parte de su soberanía, tienen el derecho a gestionar la movilidad humana deseada e indeseada a través de diferentes mecanismos, como la implementación de controles de pasaporte, visas, o el otorgamiento de permisos de residencia. Por esta razón muchas personas en búsqueda de asilo no tienen un acceso legal a la Unión Europea. Estos dos escenarios están conectados por la Convención de Ginebra, la cual obliga a los Estados a admitir a personas en búsqueda de protección internacional en su territorio.
La frontera humanitaria
En estudios académicos internacionales, los encuentros entre las personas que solicitan asilo y los estados son abordados desde el concepto de “frontera humanitaria”. Este concepto ha sido desarrollado en investigaciones multidisciplinarias sobre migración forzada y su gestión gubernamental en diferentes contextos mundiales de tránsito y de destino. Los estudios bajo este concepto abordan los espacios y sucesos cuando los solicitantes de asilo son sujetos a la gestión gubernamental de la migración.
La investigación geográfica se enfoca particularmente en analizar los espacios creados por la frontera humanitaria, entendida no solo como algo que separa áreas diferentes, sino como un espacio entre sí, que está en constante cambio pero que a su vez las une. Por lo tanto, el encuentro en diferentes escalas entre las personas que solicitan asilo y la gestión gubernamental de la migración produce al mismo tiempo el espacio físico para vivir y los espacios simbólicos y prácticos de la lucha política.
Vida en la frontera humanitaria
La frontera humanitaria es un espacio difuso. Puede aparecer como parte de los campos de refugiados. En el momento que una crisis surge, hay campos temporales que son establecidos cerca de zonas de conflicto o desastre en los países relacionados con la crisis.
La ayuda humanitaria depende de actores quienes pueden intervenir en estas zonas de manera rápida; en su mayoría son organizaciones locales y actores internacionales que intervienen en la crisis. Los refugios enfrentan precariedad por la falta de material disponible, las limitaciones con la comida y la falta de higiene.
En situaciones de conflicto prolongado, los campos pueden desarrollar mejores condiciones de vivienda, de higiene personal y capacidad para preparar comida. En ocasiones se puede desarrollar un mercado laboral semi formal y los refugiados tienen acceso a servicios básicos de educación y de cuidado médico. Estos servicios son normalmente coorganizados por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), el estado, autoridades municipales y ONG. Algunos campos han sido reubicados o divididos por razones prácticas.
La frontera humanitaria se vuelve entonces en un espacio permanente para vivir. Campos de gran tamaño, parecidos a barrios urbanos, pueden ser encontrados en Kenia, Uganda y Jordania. Esta situación también ocurre en Asia, donde hay campos de refugiados que albergan cientos de miles de personas, como el caso de los refugiados rohinyás en Bangladesh. El campo de refugiados más antiguo data de 1948. Varias generaciones de palestinos han vivido en campos en Jordania, Líbano, Siria e Israel.
¿Las fronteras humanitarias de Europa?
En países de la UE, los solicitantes de refugio son ubicados principalmente en diferentes centros de recepción, procesamiento y detención. Adicionalmente hay refugiados viviendo en apartamentos privados y en campos hechos por los mismos refugiados fuera de las ciudades. Estas personas son solicitantes de refugio o migrantes sin permiso de estancia.
En 2016, la UE estableció campos de emergencia en Grecia e Italia llamados hotspots. Estos campos se han convertido en un elemento permanente de la nueva política de refugio de la UE. Algunos campos que han sido puestos fuera de operación están siendo remplazados por unos campos a puerta cerrada en las islas griegas.
Las grandes ciudades en todo el mundo albergan refugiados. Por ejemplo, en Egipto más de 265,000 asilados registrados viven en las ciudades, y al mismo tiempo muchos refugiados están sin registro. ACNUR no tiene la capacidad para ayudarlos o reubicarlos. De esta manera mucha gente busca otras maneras para sus viajes, mientras muchos de ellos buscan asilo en la UE. Esta situación conlleva a recurrir a traficantes de personas para este objetivo.
La frontera humanitaria se vive también en las regiones fronterizas donde los solicitantes de asilo se reúnen. Muchas veces la gente se establece en campos improvisados, como en Calais, Francia. Sin embargo, la mayoría de personas intenta cruzar la frontera europea irremediablemente. Algunos solicitantes de asilo lo logran inmediatamente, mientras otros tratan varias veces, y algunos de ellos pierden la vida durante el intento de cruzar la frontera.
La lucha sobre el derecho al asilo
En la investigación académica, la dimensión política de la frontera humanitaria puede ser rastreada a través del análisis de los medios de comunicación, de documentos oficiales y de la gestión gubernamental de la migración. Es un espacio político constituido por las pugnas de inclusión y exclusión. La atención pública a esas pugnas puede reducir o incrementar su peso político.
La inclusión, relacionada a la creación de fronteras, tiene que ver con la materialización del derecho internacional al asilo. Los refugiados tienen el derecho de solicitar asilo en los países adheridos a la convención de la ONU, y los estados tienen el derecho de definir cuando los criterios para dar el estatus de refugiado son cumplidos. Los países de le UE interpretan estos criterios de manera independiente y colectiva en una misma coyuntura.
El acceso de los refugiados al asilo es marcadamente variado. Sus países de origen pueden ser considerados ‘seguros’, lo que conlleva a un alto grado de aplicaciones rechazadas. La gente tiene un acceso variado a redes de apoyo y algunos no tienen la capacidad de exponer las situaciones que son consideradas como vitales para recibir el estatus de refugiado.
Para solicitar asilo, uno necesita entrar al territorio en el cual se pide asilo. A menudo esto no es posible a través de los cruces fronterizos oficiales. Este es un punto de controversia en la vigilancia de las fronteras. Por ejemplo, los centros de recepción construidos recientemente en las islas griegas han sido descritos como prisiones más que como centros de detención.
El objetivo principal de la nueva política de refugio de la UE, El Nuevo Pacto sobre Migración y Asilo es el aceleramiento de la evaluación de la petición de asilo. El propósito de esta política es el de retornar a un número creciente de refugiados directamente fuera de la UE. Esto va a disminuir considerablemente el espacio político de la frontera humanitaria.
¿Límites ilegales?
La exclusión, relacionada a la creación de fronteras, tiene que ver con el control territorial. Los estados tienen el derecho de determinar los principios por los cuales la gente puede entrar a su territorio y quedarse en el país. Sin embargo, esta soberanía está condicionada por los tratados internacionales relacionados a la movilidad y los derechos humanos.
Por ejemplo, los estados miembros de la Convención de Refugiados de la ONU han acordado que las personas pueden entrar al país, siempre que éstas se registren como solicitantes de asilo. Por lo consiguiente, los solicitantes de asilo no puedes ser tratados como migrantes ilegales.
Aun así, en muchas fronteras de la UE, los países están implementando las medidas llamadas ‘push-backs’, que conllevan medidas físicas coercitivas que impiden a los solicitantes de asilo entrar a territorio nacional. Esta es una práctica muy cuestionable de construcción de fronteras porque contradice los tratados internacionales. Con el uso de las medidas coercitivas, los estados justifican su categorización de migración ilegal y restringen de madera notoria el espacio político de la frontera humanitaria.
Por el contrario, activistas y organizaciones buscan expandir el espacio político de lucha en estos contextos al hacer visible la ilegalidad de las acciones de los estados. Aunque las protestas existan, los solicitantes de asilo tienen muy poca participación en esta lucha. Los refugiados enfrentan la gestión gubernamental de la migración desde su posición de vulnerabilidad y viviendo en la frontera humanitaria.
Un espacio paradójico
La frontera humanitaria es un espacio paradójico. Se constituye en las fronteras externas de los estados y de la UE, pero igualmente en cualquier lugar donde los derechos de los solicitantes de asilo sean evaluados. En una sociedad digitalizada, el acceso a los servicios públicos y privados puede ser cerrado abruptamente cuando una persona carece de una identificación digital siendo enfrentando otras barreras de seguridad.
La frontera humanitaria es también un constructo que viaja. El modelo de ‘hotspot’ fue importado de Australia a Europa y en estos precisos momentos el gobierno de los Estados Unidos lo está aplicando en la frontera con México. Mientras se endurecen los controles fronterizos, la frontera se expande y solidifica, pero los espacios de asilo y protección disminuyen y se debilitan de manera paralela.
La frontera humanitaria une fines divergentes de protección fronteriza y de ayuda humanitaria. En la UE, los solicitantes de asilo reciben usualmente ayuda de manera inmediata sin importar su pasado y país de origen, pero solo una fracción de ellos reciben una oferta de asilo de largo plazo.
El creciente énfasis de control sobre ayuda humanitaria conlleva a que los solicitantes de asilo no reciban ayuda inmediata. En las fronteras de Bielorrusia-Polonia y Grecia-Turquía los solicitantes son simplemente expulsados de la UE.
Como un espacio paradójico, la frontera humanitaria está abierta a luchas políticas. La política europea de refugio implica un constante balance entre intereses nacionales y la responsabilidad internacional, entre la seguridad fronteriza y la desesperanza humana, y entre la soberanía nacional y los derechos humanos. La exploración de estas relaciones en tensión ayuda a entender este fenómeno complejo y a intentar encontrar la base para soluciones sostenibles.
KIRSIPAULIINA KALLIO, JOUNI HÄKLI, ELISA PASCUCCI & AILA SPATHOPOLOU
TRADUCIDO POR: ÁNGEL IGLESIAS ORTIZ
FOTO: CRISTIAN PALMA/FLICKR
Referencias
Kallio, K.P., Häkli, J. & Pascucci, E. (2019). Refugeeness as political subjectivity: Experiencing the humanitarian border. Environment and Planning C: Politics and Space, 37:7, 1258–1276.
Spathopoulou, A., Kallio, K. P. & Häkli, J. (2021). Outsourcing Hotspot governance within the EU: cultural mediators as humanitarian–border workers in Greece. International Political Sociology, 15:3, 359–377.
Kirsipauliina Kallio
Kirsi Pauliina Kallio es Profesora de la Pedagogía Ambiental en la Universidad de Tampere. Su investigación crítica sobre la frontera humanitaria se enfoca en la gobernanza de la migración forzada hacia la UE y en las experiencias de los migrantes en su búsqueda de asilo en los países de la UE.
Jouni Häkli
Jouni Häkli es Profesor de Estudios Regionales en la Universidad de Tampere. Su investigación más reciente aborda temas de refugio y los encuentros entre los solicitantes de asilo y el manejo de la migración.
Elisa Pascucci
Elisa Pascucci es investigadora senior en la Universidad de Helsinki. Su investigación actual se enfoca en las geografías del humanitarismo con atención particular en las infraestructuras humanitarias y logísticas. Esta por empezar un proyecto sobre las políticas administrativas y las herramientas de los fondos en el desarrollo y el apoyo para los refugiados. El proyecto es financiado por la fundación KONE y está ubicado en la escuela de administración y el grupo de investigación SPARG en la Universidad de Tampere.
Aila Spathopoulou
Aila Spathopoulou es investigadora posdoctoral en el Departamento de la Geografía en la Universidad de Durham. Es co-coordinadora del área de investigación: Movilidad, Migración y las Fronteras en el Centro Autónomo Feminista en Atenas. Aila terminó su doctorado en geografía humana, enfocándose en los procesos la creación de fronteras sociales y la gubernamentalidad de los migrantes a través del sistema hotspot en Grecia.
Ángel Iglesias Ortiz
Ángel Iglesias Ortiz es investigador posdoctoral en el grupo de investigación SPARG en la Universidad de Tampere. Su proyecto actual, financiado por la Academia de Finlandia, se enfoca al entrelazamiento de violencias y su afectación a población migrante en la frontera de México y Estados Unidos.
Lue kommentaarit
Valentina Cappelletti
Valentina Cappelletti es antropóloga y especialista en migración internacional con un doctorado en Ciencias Sociales conseguido en El Colegio de la Frontera Norte de Tijuana (México).
Actualmente vive en Tijuana y se desempeña como investigadora en diferentes proyectos de universidades, organizaciones no gubernamentales y organismos internacionales que abordan temas de migración y salud, integración de personas solicitantes y refugiadas y sistema de acogida en el contexto mexicano.
El comentario será públicado proximamente
……
Takaisin ylös ↑
Ekologinen kompensaatio ja suojeluhyvityksen vaikeus
Video abstract: Climate change activism in the city of Pune, India
Fennia panel 2023 – Planetary Urbanism